Los contratos de alquiler verdes pueden resultar beneficiosos tanto para inversores como inquilinos, al tiempo que ayudarían a descarbonizar el sector inmobiliario, y es que actualmente los ocupantes de inmuebles se enfrentan a una presión cada vez mayor para reducir su huella de carbono y los inversores incrementan la sostenibilidad de sus carteras.
A este respecto, el nuevo informe de JLL ‘Green Leasing 2.0. Creación de un vínculo entre propietarios e inquilinos para crear valor ESG común’ desgrana las cuestiones que inquilinos y propietarios de edificios deben integrar en todas las fases de su relación para incorporar la sostenibilidad.
El estudio de JLL ‘Descarbonizando el entorno construido’ también revela que el 42% de los inversores y el 34% de los ocupantes ya aplican cláusulas relacionadas con aspectos de sostenibilidad en sus contratos de arrendamiento actuales y que la implementación se duplicará: el 37% de los inversores y el 40% de los inquilinos tienen previsto incluir cláusulas verdes de aquí a 2025.
Integrar una visión más amplia de la descarbonización a lo largo de todo el ciclo de vida del arrendamiento de un edificio contribuirá a que tanto ocupantes como propietarios avancen en el cumplimiento de sus objetivos de sostenibilidad.
Guy Grainger, responsable mundial de Servicios de Sostenibilidad y ESG en JLL, explica: “En medio de la actual crisis energética y ante la mayor presión para cumplir los objetivos de sostenibilidad, resulta fundamental la colaboración entre el propietario y el ocupante a nivel de activos para incorporar soluciones de eficiencia energética. Los contratos de arrendamiento existentes, tanto ecológicos como no ecológicos, no lo permiten y se necesita un nuevo modelo con una mayor transparencia e intercambio de datos. Los alquileres verdes 2.0 mejorarán la eficiencia operativa y los menores costes convertirán en realidad el valor mutuo que aportarán para todas las partes interesadas unos edificios más ecológicos”.
Cuando tan sólo quedan siete años para reducir a la mitad las emisiones en el entorno construido y cumplir el escenario del Acuerdo de París, el sector inmobiliario debe hacer esfuerzos en los siguientes puntos:
1. Educación. Los contratos de arrendamiento son acuerdos jurídicos complejos y algunas personas se mostrarán reacias a aceptar determinadas condiciones sin una comprensión y una recompensa claras.
Compartir información y mantener la comunicación durante el periodo de arrendamiento puede ayudar a salvar la brecha entre propietarios y ocupantes de edificios para garantizar la comprensión de los términos del contrato y reducir las posibles emisiones y los costes y las multas asociados.
2. Compromiso. Se requiere un compromiso continuo y una colaboración armonizada entre propietarios y ocupantes durante toda la duración del contrato de arrendamiento. Las cláusulas que formalizan puntos de contacto regulares, como los anuales, suelen ser las más útiles y eficaces, pero el compromiso debe seguir siendo flexible.
3. Equidad compartida. Los arrendamientos verdes deben ser modalidades equitativas de contrato, que incluyan cláusulas de cooperación y reparto de costes entre propietarios y ocupantes. La transparencia y el intercambio de datos acerca de la producción de energía, agua y residuos también favorecen esta práctica y son una buena forma de generar confianza.
Medir y compartir datos es un primer paso fundamental para integrarlos en los arrendamientos ecológicos, que son más habituales en países como Canadá, Francia y los Países Bajos, mientras que en Estados Unidos y el Reino Unido sigue habiendo ciertas reticencias. Gracias a estos datos, propietarios y ocupantes pueden fijar objetivos cuantificables y mantener los contratos de arrendamiento verdes centrados en resultados que sean positivos para el clima. Priorizando la equidad, ambas partes se benefician mutuamente desde el punto de vista económico y sostenible, lo que permite mejores soluciones de descarbonización, condiciones de arrendamiento más favorables y asociaciones más sólidas.
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