AMDPress.- PROFit Gestión Informática, consultora española especializa en tecnologías de la información (TI), ha elaborado un decálogo de recomendaciones a tener en cuenta por los responsables de TI de las empresas a la hora de plantear, contratar y desarrollar procesos de outsourcing o externalización tecnológica. Estos consejos parten del estudio de las deficiencias más comunes detectadas en este tipo de procesos y del análisis de los aspectos clave para ayudar a mejorar su resultado final.
La primera pregunta que ha de hacerse una empresa antes de abordar un proyecto de outsourcing tecnológico es si está en condiciones de externalizar y qué posibles riesgos pueden afectar al núcleo principal del negocio, y el segundo paso es definir los objetivos que se persiguen con la externalización (económicos, de negocio y tecnológicos). Aclarados estos puntos, es importante realizar un análisis exhaustivo de los mejores proveedores de este servicio, atendiendo a sus capacidades, niveles de servicio ofertados y, por supuesto, sus costes, antes de seleccionar uno de ellos.
En materia de costes, el responsable de TI debe tener en cuenta que, además de los del proveedor, tiene que contar con los costes de la gestión y los producidos por una posible prestación deficiente del servicio. También es de suma importancia estimar las necesidades futuras, ya que podría suceder que la provisión externalizada no fuera capaz de estar a la altura de las nuevas oportunidades que surjan en el negocio.
A la hora de formalizar el contrato con el proveedor, hay que procurar llegar a un acuerdo lo más flexible posible, incluyendo cláusulas de rescisión y prestando especial atención a la definición de los acuerdos de nivel de servicio, penalizaciones y bonificaciones. Después, es necesario trazar un plan detallado donde se establezcan las tareas y responsabilidades del personal dedicado a gestionar la relación contractual y a supervisar la provisión de servicios.
Por último, el decálogo recomienda evaluar el resultado de la externalización mediante la realización de un benchmarking (evaluación comparativa de las prácticas empresariales de las compañías rivales) periódico que permita la detección temprana de posibles anomalías.
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