Sick ha anunciado que ha lanzado una nueva generación de los sensores de proximidad CM18 y CM30. Desde la firma aseguran que se ha mejorado la compatibilidad electromagnética y se ha añadido la protección IP 69K, con el que los sensores resisten la limpieza con equipos de lavado a alta presión.
Con un rango de temperatura de entre -30 °C y +85 °C, desde Sick explican que los sensores también resisten las oscilaciones de temperatura extremas. Su carcasa, certificada por Ecolab, «los hace especialmente idóneos para su utilización en entornos higiénicos y húmedos». Además, se ha ampliado la distancia de conmutación, se ha mejorado la compensación de polvo y humedad y se ha incluido un led adicional que informa sobre la estabilidad de la señal.
Los sensores de proximidad detectan todo tipo de materiales (polvo, granulados, líquidos y sólidos), incluso a través de paredes de plástico o de vidrio. Pueden usarse en numerosas aplicaciones industriales, como en la industria electrónica y solar, para la detección de obleas solares; en la industria de los embalajes para la detección de aluminio, cartón y papel; en la industria del plástico para la detección de distintos medios; en máquinas de procesamiento de la madera o y en la industria farmacéutica y química para la detección de distintos fluidos.
Fuentes de Sick aseguran que la gama de productos CM con carcasa métrica dispone de una compatibilidad electromagnética (CEM) «muy elevada», lo que evita conmutaciones erróneas. Los sensores permiten ajustar la sensibilidad mediante potenciómetro o tecla teach-in, lo que ahorra tiempo para su puesta en servicio.
En el caso de ubicaciones de difícil acceso, el sensor puede ajustarse de forma externa a través de un cable. Además, estos sensores se caracterizan por «su alta resistencia a oscilaciones y choques», así como por «una baja sensibilidad al polvo y la humedad».
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